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Ruta Choroní-Chuao


Ruta Choroní-Chuao
Una ruta impresionante como ninguna, que se caracteriza por la belleza que alberga el Parque Nacional Henri Pittier en todo su esplendor. Siempre marcado por un bosque nublado durante todo el ascenso de la montaña. 
En plena montaña, la neblina ya se veía venir.

Partimos de Valencia el 2 de Abril a las 6:00am, temprano porque era una fecha de asueto nacional. A las 8:00am ya estábamos saliendo del terminal de Maracay dirigiéndonos hacía Choroní, donde la montaña nos aguardaba muchas sorpresas; mientras tanto yo estaba emocionada y algo nerviosa por emplear esta ruta como guía. A las 10:50am llegamos al sector la planta de Choroní, mientras nos preparamos para el ascenso aplicándonos protector solar y repelente contra las garrapatas de la zona; la gente del pueblo y una señora muy amable de una bodeguita nos alentaban a subir la montaña y seguir esa ruta de Choroní-Chuao; hasta nos alentaron seguir hasta el Chorreron y quedarnos ese día en la montaña (simplemente maravilloso). Nos despedimos de los lugareños y empezamos la ruta a las 11:30am (un poco tarde, pero bueno las ganas nos ganaban). Luego de pasar la planta eléctrica abandonada, empezamos la ruta por un estrecho y corto plano de tierra, en ese momento me percate de ver tres monos capuchinos observándonos en la cima de un árbol, ese fue nuestro primer regalo de la montaña. Continuamos emocionados y pasamos unos caseríos, luego de motivar el grupo empezamos el ascenso real de la montaña.
Camino de tierra, pasando los caseríos.

Durante este ascenso se nos muestra la cara del Henri Pittier de fondo con neblina, una densa vegetación y hasta se podía escuchar las cornetas de los autobuses atravesándolo. Luego, entramos en lo que realmente es el bosque nublado, totalmente tapado por la vegetación (ya estábamos en plena montaña) se escuchaban los cantos de los pájaros mientras atravesábamos el Henri Pittier, al aproximarnos a la cesiva, pasamos por un sembradío de plátanos o cambur, y en ese momento, bajo la neblina con un espesor muy grato con un fríito, aunado al canto de conotos y aves de este ambiente típico mostrando la maravilla de esta montaña (este era nuestro segundo regalo, era ¡el recibimiento de pachamama!), continuamos más emocionamos que antes y llegamos lo que parecía ser el tope de la montaña a unos 970msnm (estando a unos 2min de sinamaica), luego de comenzar el descenso nos encontramos inmediatamente a sinamaica, una casita de barro ubicado allí, donde conversamos unos minutos con el casero antes de continuar, procedimos a seguir el descenso y ya se veían las montañas secas de Chuao (donde ¡la meta nos esperaba!) mientras que el magnífico Henri Pittier estaba absolutamente nublado (esto era una señal: ¡Lluvia!), seguimos el descenso y empezó una lloviznita rica durante el camino, que le agradecí a pachamama por ese refrescante momento, luego ceso y en cuestión de minutos nos alcanzó la lluvia que mientras más pasaba el tiempo se hacía más intensa, por lo que apresuramos el paso. Por un sendero de hojas caídas continuamos, hasta que empezó a dificultarse y disminuimos la velocidad del descenso, ya que había tierra roja que cedía en el camino, donde evidentemente muchos cayeron y resbalaron varias veces. Así que, lo tomamos con calma, ante estas situaciones de lluvia, donde bajas con un arroyito de agua al lado, no es fácil y menos para los que son novatos, tuvimos paciencia. Por fin, descendimos y entramos a un bosquesito donde había plantaciones de café y posteriormente la famosa plantación de cacao más importante de Venezuela, donde efectivamente se merece su nombre. Sacamos las linternas y continuamos, ya habíamos cruzados varios arroyos y un río; veníamos mojados y con frio, pero seguimos andando, la meta aguardaba. Caminamos y ¡¡por fin!!, encontramos al rio de Tamaica, espectacular (después de tanto caminar con ropa y botas mojadas), darse un merecido baño en las aguas frías del rio, era lo menos que podíamos hacer, donde los músculos lo agradecieron enormemente… además, fuimos espectadores de una danza de luciérnagas alrededor del rio, dándonos así la bienvenida a ¡¡¡Chuao!!!. Continuamos, por el camino de tierra a la izquierda que conduce al pueblo y llegamos, ¡por fin, el famoso pueblo de Chuao!, sin embargo, no había luz (jajajaja) así que continuamos con nuestras linternas, cruzamos el puente y decidimos buscar una posada (ya que, todos los equipos de la mayoría del grupo se habían mojado, incluyendo carpa y sleeping), pero, era temporada alta… así que, posadero que preguntamos, posadero que respondía que estaba full. Eran ya las 7:00pm de la noche, estábamos cansados, agotados, mojados, con ganas de dormir (la lluvia nos había agotado en el descenso), tanto que la magia de la montaña hizo de las suyas… unas personas de una casa nos preguntaron ¿de dónde vienen?, le comentamos que venimos de hacer la ruta Choroní-Chuao por la montaña y que nos llovió en la bajada… estas personas se emocionaron (como si fuésemos, no sé, ¡wow!) de que hubiéramos hecho esa ruta e inmediatamente ¡faltaba más nos dieron su hospitalidad!, nos cedieron un cuarto para dormir todo el grupo, un baño y nos prepararon la cena (era perfecto, un regalo… tal cuál). Así que, faltaba más, nuestra inmensa gratitud a esta hermosa familia, que nos tendió la mano aquella noche, era indiscutible. Compartimos con ellos en la procesión del pueblo, aprovechamos de ir al ambulatorio e inyectarnos diclofenac sódico y comer helados (un momento muy cálido).
Al siguiente día, agradecimos la enorme hospitalidad de estos señores, nos despedimos y nos dirigimos hacia la playa de Chuao, nos montamos en una guagua y nos transportó hasta la playa, donde caminamos y nos quedamos con muy buena vibra en la playa, increíble. Hable con lugareños de la zona sobre peces e interactuamos cuentos y comimos pizza en la playa, en el negocio del Sr. Mario. La playa estaba llena de armonía en la noche, un grupo cantando a capela y con guitarra canciones de los 90’s y un repertorio de reggae en la noche, fantástico. Adjunto las fotos de tan maravilloso viaje.

Henri Pittier de fondo.
   
Caminando antes de que la neblina terminara de bajar.

El regalo de pachamama, la neblina que bajo en la montaña.

Estirando un poco, alentando al grupo.

Finalmente en la playa de Chuao, parte del grupo y lugareños.

Al caer la noche en la playa de Chuao.

De regreso en el pueblito de Choroní.

Solo me queda decir, que la travesía estuvo estupenda, con ciertas cositas, pero en el camino se aprende, y lo que le das a la naturaleza, la naturaleza de lo devuelve.

PD: Hago un llamado a los excursionistas a llevarse su basura cuando van a las montañas, encontré basura en el camino, que después tuve que bajarla. Tengamos conciencia, si queremos disfrutar de nuestra naturaleza.

Anexo el mapa de la ruta para futuros excursionistas conscientes, la fuente es de la ruta del cacao Choroní-Chuao, que hacen anualmente. 


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